Las estadísticas sanitarias y la evidencia que aportan los estudios de investigación señalan que, en el transcurso de un año, aproximadamente el 40% de los adultos mayores de 65 años que viven en sus comunidades pueden sufrir al menos una caída. De hecho, las caidas representan la principal causa de lesiones en mayores de 65 años, encabezando al mismo tiempo los motivos de hospitalización en este grupo de edad y con frecuencia desencadenando una cascada de trastornos físicos y funcionales, que pueden conllevar a la muerte.
De aquí deriva la importancia de prevenir este problema y para ello es fundamental reconocer los factores de riesgo que pueden hacer que una persona sea más propensa a caerse. Hoy en día, las recomendaciones internacionales destacan la necesidad de que los servicios de salud indaguen o den seguimiento en los controles médicos anuales a los mayores de 65 años con historia de caídas, principalmente a quienes han tenido dos o más caídas o una caída asociada a una lesión importante. Igualmente resulta efectivo hacer intervenciones de control médico en las personas que tengan trastornos de balance o en el desempeño de la marcha.
Para los pacientes con riesgo aumentado o historia de caídas previas, una evaluación médica completa deberá incluir la medición de la fuerza muscular, valoración del uso de psicofármacos, detección de episodios de presión arterial baja, problemas de visión, audición y de los pies o el uso de calzado adecuado.
Recientemente un panel de expertos en el tema, tanto de Estados Unidos como de Inglaterra, han consensuado que las medidas más efectivas para la prevención de caídas en adultos mayores son:
- Aplicar un programa estructurado de ejercicios o de terapia física con énfasis en el fortalecimiento muscular, balance o equilibrio y marcha.
- Suplemento de vitamina D, con o sin calcio
- Adaptación o modificación de riesgos estructurales o funcionales en las residencias de estas personas.
Las medidas preventivas deben acompañarse de altas dosis de Autocuidado, reconociendo al mismo, como una serie de actitudes y conductas aprendidas que llevan al desarrollo de estrategias para el mantenimiento de la propia salud; y en el caso de la prevención de caídas es importante reconocer que los lugares de mayor riesgo de caídas en el hogar son los baños o duchas, los pasillos con muebles y las escaleras. Es por ello que debemos considerar los siguientes consejos:
- Asegurarse que las alfombras no se muevan o no queden con pliegues elevados.
- Iluminar adecuadamente los pasillos y extremos de las escaleras.
- Si algo se derrama en el piso, limpiarlo lo antes posible.
- Colocar barras de seguridad en el baño y en las áreas de mayor tránsito en la casa.
- No caminar mientras se lee o se usa el teléfono.
- Usar el pasamanos en las escaleras.
- Despejar objetos o muebles que puedan ocasionar tropiezos.
- Si experimenta sensación de desmayo, sentarse.
- Utilizar calzado que le ajuste adecuadamente y con suela que no resbale.
- Realizar ejercicios para fortalecer las extremidades tanto superiores como inferiores.
Si, a pesar de todo, se encuentra en una situación de inminente caída, resulta prudente recordar que hay que tratar de llegar al piso con las manos. Si la caída es hacia adelante, es fundamental proteger la cabeza; y si la caída es hacia atrás, deberá hacerse el esfuerzo por tratar de rotar o girar ligeramente el cuerpo para evitar caer directamente de espaldas.
La prevención de caídas en adultos mayores repercute directamente en el mantenimiento de su funcionalidad y evita complicaciones y consecuencias mayores relacionadas, como fracturas de cadera, cirugías, inmovilismo, úlceras por presión, desnutrición y muerte.
En SIGA le ofreceremos entrenamiento al adulto mayor que así lo requiera, y a sus cuidadores, de manera que sea posible la prevención de catástrofes, lo cual es nuestra principal meta.